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Engaño y Tergiversación
Técnicas de Negación del Holocausto

Apéndice 5
Extractos de la obra de Nalkowski


Investigador: John Drobnicki

Extractos de "Professor Spanner," de Zofia Nalkowska. En Medaliony, por Zofia Nalkowska (Varsovia: Czytelnik, 1946). Reimpreso (y traducido al inglés por Jadwiga Zwolska) en Introduction to Modern Polish Literature, ed. Adam Gillon y Ludwik Krzyzanowski (Nueva York: Twayne Publishers, 1964), pp. 130-136.

Aquella mañana fuimos allí por segunda vez. Era un día fresco y brillante de mayo... Ya sabíamos qué es lo que íbamos a ver.

Esta vez nos acompañaban dos caballeros entrados en años. Se presentaron como "colegas" de Spanner; los dos eran profesores, además de doctores y científicos...

[...]

El modesto edificio de ladrillos sin enyesar estaba en una esquina del patio, un poco hacia un lado, como un anexo sin importancia al gran edificio que albergaba al Instituto Anatómico.

En primer lugar bajamos a un sótano oscuro. A la vista de la oblicua luz que entraba desde unas lejanas ventanas altas, los muertos seguían colocados en el mismo sitio de ayer. Los desnudos cuerpos de un blanco crema, que recordaban esculturas, estaban en perfectas condiciones, aunque llevaban muchos meses esperando el día en el que dejaran de ser necesarios.

[...]

Pasamos una mesa tras otra, llenas de cadáveres, y los extranjeros también entraron y miraron. Eran doctores y sabían mejor que nosotros lo que significaba todo aquello. Catorce cadáveres habrían cubierto las necesidades del Instituto Anatómico. Y aquí había trescientos cincuenta.

[...]

Acompañados de los dos profesores, fuimos después a la pequeña casa roja y vimos allí, en el ahora frío hogar, un enorme caldero lleno de un líquido oscuro. Alguien que conocía las instalaciones levantó la tapadera con un gancho metálico y sacó a la superficie un torso humano, cocinado hasta el hueso.

No había nada en los otros dos calderos, pero cerca, en una fila de estanterías de una vitrina, había calaveras y huesos grandes, completamente limpios por cocción.

También vimos un gran arcón lleno de capas y capas de piel humana cuidadosamente preparada y limpia de grasa. En la estantería había botes de sosa caústica; y había un gran horno para incinerar los restos y huesos.

Finalmente, en una mesa alta había piezas de un jabón blanquecino y arenoso, y varios moldes de metal llenos de jabón seco.

[...]

Se trajo de prisión al hombre delgado, de rostro cetrino y ojos azul claro, que está testificando ante la Comisión para realizar la investigación. No tiene ni idea de qué es lo que quieren de él.

Habla pausada, grave y tristemente. Sabe hablar polaco, aunque con acento extranjero, arrastrando ligeramente las erres.

Dice que es de Gdansk. Fue a la escuela primaria e hizo seis cursos de secundaria. Fue voluntario y scout. Durante la guerra le hicieron prisionero, pero escapó. Trabajó quitando nieve en las calles, y después en una fábrica de munición. Volvió a huir. Todo esto tuvo lugar más o menos en Gdansk.

Cuando se llevaron a su padre a un campo de concentración, un alemán se alojó en casa de su madre. Este aleman le consiguió trabajo en el Instituto Anatómico. Y así es como llegó hasta el Profesor Spanner.

[...]

Esta ala fue acabada en 1943 para hacer una Planta Incineradora. En aquel momento, Spanner hizo las gestiones necesarias para obtener una máquina que separara la carne y la grasa del hueso. Se montarían esqueletos con esos huesos. En 1944, el Profesor Spanner ordenó a los estudiantes que almacenaran separada la grasa de los muertos. Cada tarde, cuando terminaban las clases y los estudiantes se habían ido, varios trabajadores recogían las planchas de grasa. También había planchas con nervios y carne. Bien, tiraban la carne o la quemaban. Pero la gente de la ciudad se quejó a la policía, así que el profesor ordenó que la quemaran por la noche, porque el hedor era demasiado fuerte.

También se decía a los estudiantes que quitaran la piel limpiamente, después la grasa también limpiamente, y después - de acuerdo con el libro de instrucciones- los nervios y tendones hasta el hueso. La grasa recogida por los trabajadores de las planchas se guardaba durante todo el invierno y después, cuando los estudiantes se iban, era transformada en jabón en cinco o seis días.

El Profesor Spanner y su Adjunto von Bergen también coleccionaban piel humana. Iban a hacer ropa y otras cosas con ella.

"El ayudante, von Bergen, era mi superior directo. El Dr. Wohlmann era el segundo del Profesor Spanner. El Profesor Spanner era un civil, pero estaba registrado en las SS como doctor". El prisionero no sabe dónde puede estar ahora el Dr. Spanner. "Spanner se fue en enero de 1945. Al irse nos dijo que trabajáramos con la grasa recogida durante el semestre; nos ordenó que hiciéramos el jabón y las anatomías apropiadamente, y que lo mantuviéramos todo ordenado para que pareciera _humano_. No nos dijo que elimináramos la receta, quizás se olvidó. Dijo que volvería, pero no fue así. Al marcharse, se envió su correo al Instituto de Anatomía de Halle an der Saale".

[...]

"¿Qué era esa receta?"

"La receta estaba colgada en una pared. La mujer que ejercía de ayudante, que era de un pueblo, trajo una receta de jabón y la copió para nosotros. Su nombre era Koitek... "

"El jabón de la receta siempre era un éxito. Sólo una vez salió mal. El último lote, que está en la mesa del Incinerador, no es bueno."

"El jabón se hacía en el incinerador. El propio Dr. Spanner dirigía la producción con la ayuda de von Bergen, que solía ir a por los cadáveres. ¿Fui alguna vez con él? Sí, sólo dos veces. Y una vez a la prisión de Gdansk".

"Al principio se traían los cadáveres del manicomio, pero más adelante se empezó a necesitar más cadáveres. Entonces, Spanner escribió a los alcaldes de todas las ciudades diciéndoles que no enterraran a los muertos y que el Instituto iría a buscarlos. Se traían del campo de Stutthof, además de traer los cuerpos de los condenados a muerte en Koenigsberg, Elblag, y toda Pomerania. Hasta que no se instaló una guillotina en la prisión de Gdansk no hubo suficientes cadáveres..."

"Eran sobre todo cadáveres polacos, pero en una ocasión también se trajeron algunos soldados alemanes guillotinados en la prisión durante la fiesta. Y otra vez se trajeron cuatro o cinco cadáveres cuyos nombres eran rusos".

"Von Bergen también traía los cadáveres de noche".

"¿A qué se refiere al hablar de 'la fiesta'? "

"La fiesta fue en la prisión. La inauguración de la guillotina. Se invitó al jefe, Spanner, y a otras personas. El jefe nos llevó a von Bergen y a mi..."

"En una ocasión, von Bergen y Wohlmann trajeron un centenar de cadáveres de la prisión".

"Pero más adelante Spanner empezó a pedir cadáveres con cabeza. Tampoco quería gente a la que hubieran disparado; había que trabajar mucho con ellos; se estropeaban demasiado pronto y apestaban... Los cadáveres del manicomio conservaban su cabeza".

"Spanner siempre conservaba una reserva de cuerpos, porque si después no había suficientes, tenía que recurrir a usar cadáveres sin cabeza".

[...]

"Se suponía que nadie debía conocer la producción de jabón. Spanner incluso prohibió que se dijera a los estudiantes. Pero estaban allí, y los rumores corrían, así que quizás todos lo sabían... E incluso una vez dijeron a algunos estudiantes que fueran al Incinerador a colaborar en la cocción. Pero sólo el jefe, el ayudante, dos trabajadores alemanes y yo accedíamos día a día a la producción. El Dr. Spanner recogía el jabón terminado".

"¿El jabón terminado?... Bien, cuando se ha terminado de preparar, está blando- así que tiene que enfriarse. Después lo cortábamos. Y Spanner lo guardaba bajo llave. En el lugar en el que guardaba el jabón también había una máquina. Los cinco teníamos acceso a este sitio. Y si otros querían entrar, tenían que pedir la llave".

"¿Por qué era secreto?"

Se queda pensando un buen rato. Quiere contestar todo lo que él sabe.

"Quizás Spanner tenía miedo o algo así..." dice, tras meditarlo. "En mi opinión, si alguien, un civil de la ciudad, se hubiera enterado, podría haber habido un escándalo..."

[...]

Finalmente, alguien preguntó: "¿Nadie le dijo que era un crimen hacer jabón con grasa humana?"

Respondió inocentemente: "Nadie me lo dijo".

[...]


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