[an error occurred while processing this directive] Nuremberg, crimenes de guerra, crimes contra la humanidad

Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
27 de febrero a 11 de marzo de 1946

Heptagésimo Quinto Día: Miércoles, 6 de marzo de 1946
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Dr. SIEMERS: El Embajador americano se puso en contacto con Weizsaecker inmediatamente después del caso "Athenia" para aclarar el asunto. Después, Weizsaecker habló con Raeder, pero esto lo consiguió cuando ya le había dicho al Embajador americano que no estaba implicado ningún submarino alemán. La cuestión de si estaba implicado un submarino alemán en el caso "Athenia" sólo se resolvió al regreso del submarino alemán. Hasta entonces, tampoco lo supo el acusado Raeder. El submarino alemán volvió el 27 de septiembre, el hundimiento tuvo lugar el 3 de septiembre.

EL PRESIDENTE: ¿Ha indicado estos hechos relativos a conversaciones entre el Embajador americano y el Secretario de Estado Weizsaecker en alguna de sus solicitudes anteriores?

Dr. SIEMERS: Sí, el 6 de febrero presenté la solicitud y mencioné también en términos generales el caso "Athenia". Debo añadir que Weizsaecker conoce también todos los acontecimientos posteriores. Weizsaecker sabe con exactitud que la Armada, y en concreto el acusado Raeder, no tuvieron nada, absolutamente nada que ver con el artículo que el Ministerio de Propaganda publicó en los periódicos. Weizsaecker estaba tan enfadado por este artículo como el acusado Raeder. Pero la fiscalía acusa de esto precisamente a Raeder.

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EL PRESIDENTE: Bien, el Tribunal tendrá en cuenta lo que ha dicho.

Dr. SIEMERS: Permítanme añadir que he cometido un error. Acabo de enterarme de que Weizsaecker aún está en El Vaticano, en Roma. Es decir, se sabe dónde está.

EL PRESIDENTE: Sí.

Dr. SIEMERS: nº 14, el Coronel Soltmann. Por lo que sé, el acusado Jodl también solicitará como testigo al Coronel Soltmann, y ya le han enviado una declaración jurada o un interrogatorio. Coincido por tanto con Sir David en que bastará con una declaración jurada de Soltmann, dependiendo de la aceptación de la solicitud del abogado del General Jodl.

EL PRESIDENTE: Parece que aún no lo han localizado.

Dr. SIEMERS: ¿El testigo Soltmann? He indicado su dirección en mi solicitud.

EL PRESIDENTE: ¿La ha indicado?

Dr. SIEMERS: Está en Falkenberg, cerca de Moosach, Baviera.

Número 16, el Almirante General Schultze, está en Hamburgo, y es fácil hacerle comparecer en persona aquí, en Nuremberg. La fiscalía ha presentado cargos contra el acusado Raeder según los cuales participó en la política nacionalsocialista de conquista. Esta acusación es infundada. Raeder, tanto en Noruega como en Francia, dirigió constantemente sus esfuerzos hacia la paz. En otras palabras, no hacia lograr una conquista final de los países. Con esto Raeder se encontró con la firme oposición de Hitler, y sólo tras mucho insistir consiguió Raeder permiso para negociar un tratado de paz con Darlan en París. Creo que esa intervención positiva destinada a una rápida finalización de la guerra con Francia es suficientemente importante en un juicio como este como para requerir su comparecencia. No entiendo cómo puede decir Sir David, en vista de la acusación, que este punto es irrelevante. La fiscalía ha declarado constantemente que el acusado Raeder incitó la guerra.

EL PRESIDENTE: No creo que Sir David dijera que era irrelevante. Sugirió interrogatorios por escrito.

Dr. SIEMERS: Tengo anotado que Sir David dijo que el testigo era irrelevante, pero que haría una concesión y aceptaría una declaración jurada.

EL PRESIDENTE: En ese caso, me equivocaba.

Dr. SIEMERS: Quería simplemente dejar clara mi postura sobre la relevancia de este testigo. Creo haber demostrado que es relevante.

EL PRESIDENTE: ¿Quiere que comparezca el testigo? ¿No aceptará una declaración jurada o un interrogatorio por escrito? ¿Es así?

Dr. SIEMERS: Solicito al Tribunal que haga comparecer como testigo a Schultze porque, en mi opinión, en vista de los principios de la Acusación, es un punto vital que la actitud de Raeder hacia el problema entero se demuestra en los hechos dominantes en la época, y no con afirmaciones y declaraciones de ahora.

Paso ahora a los testigos a los que Sir David ha planteado objeciones. En primer lugar, el testigo nº 11, el Vicealmirante Buerkner. Lo solicité el 31 de enero. Por ahora no he recibido respuesta. Pedí que se me permitiera hablar con el testigo Buerkner para conocer los detalles. Se me ha negado esa entrevista porque no ha sido aprobado como testigo. Por tanto, para poder hablar con él dependo de que primero de todo se apruebe como testigo. Si entonces viera que su testimonio es redundante, estoy dispuesto a renunciar al testigo. Asumo que Sir David estará de acuerdo con esto.

EL PRESIDENTE: Sir David, el Tribunal no entiende por qué el abogado no puede ver a este oficial que está preso en Nuremberg, salvo por supuesto, que se trate de razones de seguridad.

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SIR DAVID MAXWELL FYFE: No nos oponemos a que el abogado vea al Almirante Buerkner. Creo que hasta ahora la fiscalía siempre ha considerado que el asunto por el que el Dr. Siemers quiere verle no es relevante. No creo que el Tribunal haya tomado una decisión al respecto.

EL PRESIDENTE: El punto de vista del Tribunal es que los abogados de la defensa deberían ponerse en contacto con los testigos de antemano para ver si pueden ofrecer pruebas relevantes o no. No pueden saber nada del testimonio o su relevancia hasta que no sepan lo que va a decir el testigo.

SIR DAVID MAXWELL FYFE: No habrá ningún impedimento, y el Dr. Siemers puede prepararse, por lo que respecta a la fiscalía, para ver al Almirante Buerkner en cuanto quiera.

Dr. SIEMERS: Le agradezco al Tribunal que aclare este punto. Este punto ha dificultado extremadamente el trabajo de la defensa. He estado esperando durante más de un mes para hablar con Buerkner. Llevo esperando cuatro semanas para hablar con el Almirante Wagner por el mismo motivo. Querría hablar con otros que también están en la prisión del Tribunal. Me lo han impedido porque el Tribunal aún no los ha aprobado como testigos.

Creo que el punto ha quedado aclarado.

EL PRESIDENTE: Continúe, Dr. Siemers.

Dr. SIEMERS: Es muy posible que, tras hablar con el testigo, decida no hacerle comparecer, sobre todo después de saber hoy que podrá comparecer Schulte-Moenting, y a condición de que se apruebe a Boehm.

EL PRESIDENTE: ¿Que se apruebe a quién?

Dr. SIEMERS: A Boehm, nº 10.

EL PRESIDENTE: Ah, sí. La única objeción que planteó Sir David al nº 11 es que era redundante teniendo el 5 y el 10, ¿verdad?

Dr. SIEMERS: nº 12, Capitán Schreiber. Sir David ha señalado correctamente que ya he manifestado la posibilidad de renunciar a este testigo. Lo mantengo. Si comparecen el testigo Schulte-Moenting y el testigo Boehm, el testigo Schreiber no será necesario. Número 13, el testigo Lackorn, de Leipzig. Antes de la ocupación de Noruega, Lackorn se dedicaba a negocios en Oslo. No tenía ninguna relación con los militares. Por puro accidente se enteró en el Hotel Bristol de Oslo de que el desembarco de tropas inglesas era inminente. Este punto es importante porque sólo se puede juzgar la actitud del acusado hacia el plan noruego si se considera la situación general de Noruega. La situación general de Noruega afecta, sin embargo, a las relaciones de Noruega con Alemania, Inglaterra, Suecia y todos los demás países vecinos de Noruega. No es apropiado decir sobre una cuestión tan decisiva que sólo es relevante una pequeña parte. Estoy de acuerdo de todas formas con que no se haga comparecer aquí al testigo. Por tanto, mientras esperaba la decisión de la fiscalía, escribí al testigo para obtener una declaración jurada. Me parece así correcto presentar sólo una declaración jurada. No es necesario aceptarlo como testigo.

EL PRESIDENTE: Sir David, usted no habló de ese aspecto del asunto, una declaración jurada.

SIR DAVID MAXWELL FYFE: Bien, Señoría, me temo que el punto de vista de la fiscalía es que la historia, que aparentemente comenzó en el bar de un hotel de Oslo, no es una prueba que sea realmente admisible, relevante, o de algún peso en un asunto de esta clase. Es el punto de vista que hemos adoptado.

EL PRESIDENTE: Dr. Siemers, según la solicitud que tenemos, parece que usted presentó primero una petición de este testigo el 19 de enero de 1946 que parece haberse hecho en términos muy generales, por lo que el Tribunal

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ordenó el 14 de febrero que presentara detalles adicionales del testimonio que quería obtener al hacer comparecer a este testigo. Posteriormente, el 21 de febrero, usted retiró la solicitud.

Ahora vuelve a presentar la solicitud sin dar detalles, simplemente diciendo que el testigo estaba en Oslo haciendo negocios y recibió información sobre el desembarco inminente de fuerzas Aliadas en Noruega. Es una alegación totalmente general, tan general como la declaración original. No parece cumplir en absoluto las órdenes del Tribunal.

Dr. SIEMERS: El 21 de febrero retiré mi solicitud por el punto de vista básico que también he presentado al Tribunal.

He señalado que en mi opinión no se puede esperar que la defensa dé todos los detalles cuando, pasados tres meses desde que se nos consultó, no se nos ha dicho ni la más mínima palabra, ni una palabra, sobre ni un solo testigo de la fiscalía, cuando desde la defensa no hemos tenido oportunidad siquiera de exponer nuestra opinión sobre la relevancia de sus testigos...

EL PRESIDENTE: Ya he señalado en diversas ocasiones que la razón por la que la defensa tiene que presentar solicitudes de sus testigos es porque no pueden localizar por si mismos a los testigos y porque le están pidiendo al Tribunal que localice a sus testigos y obtenga sus documentos. Es un trabajo de una magnitud considerable el localizar y traer a estos testigos a Nuremberg.

Si le he entendido bien, en cuanto a este testigo, está tratando de obtener de él una declaración jurada.

Dr. SIEMERS: Sí. En cualquier caso, he estado tratando de conseguirlo. Está por ver si recibiré una respuesta a tiempo de Leipzig, que está en la Zona Rusa. Mientras tanto, para facilitar el asunto y evitar retrasos, he escrito al testigo Lackorn.

EL PRESIDENTE: Sí.

Dr. SIEMERS: Espero disponer a tiempo de una declaración jurada. Por ello, estoy dispuesto a renunciar a hacerle comparecer aquí.

EL PRESIDENTE: Si obtiene la declaración jurada, podrá indicarle al Tribunal detalles del testimonio que podría dar el testigo, y también mostrarla a la fiscalía, que así podrá decidir si quieren tener aquí al testigo para interrogarlo.

Dr. SIEMERS: Sin duda.

EL PRESIDENTE: Bien, el Tribunal estudiará esta solicitud.

Dr. SIEMERS: El testigo nº 15 es un noruego, Alf Whist, antiguo Secretario de Comercio. Por decisión del Tribunal del 14 de febrero, fue rechazado por irrelevante.

Whist puede declarar que la reputación de la Armada Alemana en Noruega durante la ocupación fue muy buena, y que en Noruega las quejas se dirigieron exclusivamente hacia la administración civil y no hacia la Armada Alemana.

Whist sabe con claridad, como todos los noruegos, que la Armada no se vio implicada en ninguna medida ilegal o criminal en Noruega durante la ocupación.

Si esto se considera irrelevante, asumo que Sir David da a entender que la Armada se comportó correctamente durante la ocupación de Noruega. Por supuesto, es una cuestión que debe distinguirse claramente de la cuestión que trataré después, la cuestión de la ocupación y el ataque a Noruega. Hablo solo del momento posterior a la finalización de la invasión.

SIR DAVID MAXWELL FYFE: La fiscalía tiene esta postura: sean cuales sean los hechos, aun suponiendo por un momento que realmente la Armada Alemana se comportó con una meticulosa corrección en todo momento, el

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punto de vista del Sr. Alf Whist, Secretario de Comercio del Gabinete Quisling de Noruega, sobre el comportamiento de la Armada Alemana, no tiene el más mínimo interés, relevancia o peso. Ese es el punto de vista de la fiscalía.

Dr. SIEMERS: Esperaba que Sir David aclarara si se presentarán cargos contra la Armada relacionados con esto. Sir David habla de los alemanes en general. Llamo la atención sobre el hecho de que toda la administración de Noruega era una administración civil y de que en la jurisdicción de Terboven, la Armada no tenía nada que ver con esta administración. Si he nombrado sólo a un testigo cuando podría haber nombrado a cientos, lo he hecho sólo para mostrarle al Tribunal cómo se comportaron el Almirante Boehm, la Armada y Raeder.

EL PRESIDENTE: El Tribunal lo estudiará, Dr. Siemers.

Dr. SIEMERS: Gracias.

EL PRESIDENTE: Le queda entonces aún el nº 17, el intérprete.

Dr. SIEMERS: En cuanto al Teniente Coronel Goldenberg, Sir David alega que es innecesario: si se aprueba al General Schultze como testigo, me bastará con una declaración jurada de Goldenberg. Considero que es importante disponer de una breve declaración jurada porque Goldenberg estuvo presente como intérprete imparcial en todas las reuniones de Darlan con Raeder.

En este caso bastará con una declaración jurada.

EL PRESIDENTE: Creo que ahora puede pasar a los documentos. Debo hacerle una pregunta sobre una observación que hay al final de su solicitud, según la cual tiene intención de llamar a declarar a uno o dos testigos más. ¿Quiénes son?

Dr. SIEMERS: El Tribunal ha declarado que los detalles sobre un testigo tienen que presentarse con mucha antelación sólo para que el Tribunal localice al testigo. Cuando se trata de un testigo que viene a Nuremberg por iniciativa propia, debería bastar con una decisión del Tribunal que diga si se aceptará un testigo de esas características.

EL PRESIDENTE: Dr. Siemers, he indicado uno de los motivos principales por los que la defensa tiene que hacer solicitudes. Y otro de los principales motivos es la necesidad de ser expeditivos en este juicio, la rapidez y la seguridad. La cuestión de la seguridad es importante, y por tanto, debemos insistir en que nos diga a qué testigos quiere llamar a declarar, Dr. Siemers. Si no, no podrá llamarlos a declarar.

Dr. SIEMERS: ¿Estoy obligado a ello incluso aunque el testigo esté ya en el edificio?

EL PRESIDENTE: Por supuesto, porque como le he dicho, hay veinte o veintiún acusados en el banquillo, y tenemos que celebrar este juicio y hacerlo rápido, y por tanto, no podemos permitirnos llamar a declarar a todos los testigos que decidan ellos que quieren hacer comparecer. Pero si se trata de que no recuerda en este momento los nombres de los testigos, puede por supuesto especificarlos después de que hagamos algún descanso, o mañana.

Dr. SIEMERS: Presentaré información sobre este asunto en breve. No quiero nombrar al testigo antes de hablar con él.

EL PRESIDENTE: Dr. Siemers, al Tribunal no le supone ningún problema que solicite otros testigos si lo hace mañana a más tardar.

Dr- SIEMERS: Muy bien, sé que en este momento el testigo en cuestión no está en Nuremberg, así que no puedo hablar con él. Ruego al Tribunal que me disculpe por ser tan cauteloso. El Tribunal debe ser consciente del hecho de que se ha detenido a testigos. No puedo asumir la responsabilidad de que alguien acabe detenido porque le he nombrado como testigo. Esa es la razón.

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Sin embargo, hablaré con el Tribunal en cuanto el testigo esté en Nuremberg y tenga oportunidad de hablar con él. Eso ocurrirá en las próximas veinticuatro horas. Se trata de un testimonio que ocupará diez minutos como mucho del tiempo del Tribunal. Por tanto, no creo que esto suponga mucho problema para el Tribunal.

EL PRESIDENTE: Muy bien.

Dr. SIEMERS: Entonces querría añadir que puedo dar la dirección del testigo Severing, antiguo Ministro del Reich. La recibí ayer por telegrama. El testigo Severing es el nº 3, y la fiscalía ha aceptado que comparezca. Le entregaré la dirección por escrito al Secretario General. Está en Bielefeld y se le puede localizar sin problemas.

EL PRESIDENTE: Sí, bastará con que se la proporcione al Secretario General. Y ahora quizás sea buen momento para hacer una pausa de diez minutos.


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