[an error occurred while processing this directive] Nuremberg, crimenes de guerra, crimes contra la humanidad

Juicio a los Principales Criminales de Guerra Alemanes

En Nuremberg, Alemania
27 de febrero a 11 de marzo de 1946

Heptagésimo Octavo Día: Lunes, 11 de marzo de 1946
(6 de 12)


[El Sr. JUEZ JACKSON continúa con su interrogatorio del Mariscal de Campo Milch]

[Página 280]

P: He visto que usted declaró en su interrogatorio que ni siquiera los generales se atrevían a expresar una opinión después de que se marcharan esos dos.

R: No, nunca lo expresé de esa manera. No recuerdo lo que dije. Agradecería poder ver las actas.

P: Bien, aquí las tengo. Le preguntaré si se le hicieron estas preguntas, y si dio estas respuestas.

"P: En base a lo oído en conversaciones en círculos del ejército, entre las personas de la Fuerza Aérea y del Estado Mayor a las que usted conocía, ¿pudo usted hacerse una idea de su actitud hacia el peligro de la guerra? ¿Compartían su punto de vista?"
Las actas dicen que usted respondió:
"Todos los oficiales manifestaron unánimemente estar de acuerdo conmigo. Todos los oficiales superiores estaban de acuerdo conmigo. Hace mucho tiempo, en 1937, hablé con el Mariscal de Campo von Blomberg del peligro de una guerra debido a la política imprudente de nuestros estadistas. En aquel tiempo temíamos que Inglaterra y Francia a la larga no toleraran esa política. El 1 de noviembre de 1937 mantuve una larga conversación con von Blomberg sobre este asunto, y él opinaba lo mismo".
R: Sí, lo recuerdo.

[Página 281]

P: ¿Es eso cierto? Entonces le hicieron esta pregunta:
"¿Es cierto que después de que el General Fritsch y el General Beck dejaran sus cargos, los mandos del Ejército quedaron subordinados a las personalidades políticas?"
R: No, siempre habían estado subordinados. El Ejército siempre estuvo subordinado al Führer, y anteriormente al Presidente del Reich. Nada cambió en este aspecto. El Jefe del Estado era a su vez el Comandante Supremo.

P: Cuando le interrogaron, usted respondió esto:

"Sí, porque Hitler asumió en su persona el Mando Supremo del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Ese era el cargo ejercido anteriormente por von Blomberg. Blomberg estaba en un cargo con el que podía resistirse a Hitler, y lo había hecho con frecuencia, y Hitler le respetaba y escuchaba sus consejos. Blomberg fue el único militar de edad que fue suficientemente inteligente como para conciliar las cuestiones militares y las políticas. Esta resistencia..."
R: Sí, esa era mi convicción.

(continúa):

"Esta resistencia, más adelante, ya no pudo ser mantenida por los hombres que rodeaban a Hitler. Eran demasiado débiles para eso. Esa es posiblemente la razón por la que los escogió".
¿Es cierto?

R: Esa es mi opinión.

P: Pregunta:

"¿Los generales con los que usted tenía contacto no vieron antes de 1939 que el camino escogido por Hitler seguramente acabaría provocando una guerra?"
Respuesta:
"Los que conocían cuestiones de política exterior, sí. Pero tenían que ser muy cautos, porque no podían expresar ninguna opinión. No se atrevían a expresar ninguna opinión".
¿Es correcto?

R: Correcto.

P: ¿Y qué era lo que temían tanto los generales al mando del Ejército como para no expresar sus opiniones?

R: Los generales nunca habrían tenido oportunidad de volver a hablar con Hitler.

P: ¿Quién habría hecho eso? Había muchos generales, y un solo Hitler. ¿Quién se iba a encargar de ejecutar las órdenes contra ellos?

R: Simplemente no era posible. Hitler era tan poderoso que simplemente descartaba las objeciones de otras personas o se negaba siquiera a escucharlas.

P: Y Hitler tenía a las SS, a Himmler y a Kaltenbrunner.

R: Sí, disponía de ellos. Además, tenía a toda la Wehrmacht, que le había jurado lealtad.

P: Creo que dijo en su interrogatorio que después del 5 de marzo de 1943, Hitler dejó de ser una persona normal. ¿Hizo esas declaraciones?

R: Dije que en mi opinión el Hitler de los últimos años no era el Hitler del periodo inicial, de 1933 al comienzo de la guerra, y que tras la campaña contra Francia, algo cambió en él. Me quedé con esta impresión, que era puramente personal, porque lo que hizo después fue diametralmente opuesto a lo que siempre había predicado; y eso no lo vi normal.

P: ¿Y quiere hacernos creer que Goering siguió actuando como segundo hombre del Reich y recibiendo órdenes de un hombre anormal a partir de entonces? ¿Es ese su testimonio?

R: La anormalidad no era del tal grado que se pudiera decir: "este hombre ha perdido la razón", o "este hombre está loco". No llegó a ese punto. Con frecuencia ocurre que las anormalidades son de unas características que hacen que ni el público en general ni la gente más cercana sean capaces de apreciarlas. Creo que un doctor estaría más capacitado para dar información sobre este tema. Hablé con médicos sobre esto por aquel entonces.

P: ¿Y opinaban que era anormal?

[Página 282]

R: Un doctor al que conocía bien, personalmente, admitió que había una posible anormalidad.

P: ¿Un reputado doctor de Alemania?

R: No, no es muy conocido. Nunca se lo dijo a nadie más. No habría sido muy inteligente hacerlo.

P: Supongo que si lo hubiera hecho, habría acabado en un campo de concentración.

R: O algo peor.

P: Y si usted hubiera expresado su opinión de que era anormal, probablemente a usted también le habrían mandado allí.

R: Me habrían ejecutado de inmediato.

P: ¿Así que nunca se atrevió a darle a su superior, Goering, su opinión sobre Hitler?

R: Sólo tuve una oportunidad de exponerle mis puntos de vista sobre la guerra a Hitler. Esa fue la única vez.

P: ¿Informó a Goering de su opinión?

R: Hablé con Goering. Lo que acabo de mencionar fue una conversación que mantuve con Hitler.

P: Bien, usted no... Creo que no me ha entendido bien. No quiere decir que informó a Hitler de que le consideraba anormal, ¿verdad? Estoy seguro de que no ha dicho eso.

R: No, y tampoco se lo dije a Goering.

P: Eso es lo que he dicho. ¿Usted sabía que Goering, que era su superior inmediato, promulgaba los decretos antijudíos del Gobierno del Reich?

R: No, no lo sabía. Que yo sepa, procedían de una oficina diferente, de...

P: ¿Usted no sabía que los decretos que excluían a judíos y medio-judíos de ejercer cargos eran promulgados por Goering?

R: No, no lo sabía. Que yo sepa, estas leyes procedían del Ministerio de Interior, que además habría sido el departamento competente en este asunto.

P: De hecho, ¿no tuvo usted que recurrir a ciertos procedimientos para evitar el efecto de esos decretos sobre usted mismo?

R: No. Sé a qué se refiere. Esa cuestión quedó aclarada hace mucho tiempo.

P: ¿Cuánto tiempo pasó hasta que fue aclarada?

R: Que yo sepa, fue en 1933.

P: Mil novecientos treinta y tres; ¿justo después de la llegada al poder de los nazis?

R: Sí.

P: Y en ese momento, Goering le transformó, no habrá ningún malentendido en esto, Goering le convirtió en lo que ustedes llamaban un ario puro. ¿Es así?

R: No creo que me convirtiera en uno. Lo era.

P: Bueno, digamos que lo decretó.

R: Me ayudó a aclarar esta cuestión, que no estaba clara.

P: El marido de su madre era judío, ¿verdad?

R: No es cierto.

P: Usted tuvo que demostrar que ninguno de sus ancestros era judío, ¿verdad?

R: Sí, todo el mundo tenía que hacerlo.

P: Y en su caso eso afectaba a su padre, su supuesto padre, ¿verdad?

R: Sí.

P: Y sin duda usted conocía desde el primer momento la actitud del Partido Nazi hacia los judíos, ¿verdad?

R: No, no estaba informado. Todo el mundo tenía que presentar sus papeles, y no se pudo localizar el certificado de uno de mis abuelos.

P: Y durante la República de Weimar, nunca se le exigió esto, ¿verdad?

R: No, en aquel tiempo no se trataba esta cuestión.

[Página 283]

P: ¿Y usted sabe que toda esta cuestión la planteó el Partido Nazi, del que usted se hizo miembro en 1933, es decir, en el momento en que esto ocurrió?

R: Había solicitado mi afiliación antes de que surgiera esta cuestión.

P: ¿Cuándo solicitó su afiliación?

R: No sabría decirlo, pero creo que en marzo o abril.

P: Y usted tuvo que aclarar esta cuestión para poder ser miembro. ¿No era esa la finalidad?

R: Eso quedó resuelto durante el proceso. No sabría decir exactamente cuándo.

P: ¿Se enteró en 1933 de la existencia del campo de concentración, del primero?

R: Sí, creo que en 1933 se anunció públicamente.

P: Y más adelante, si le he entendido bien, oyó tantos rumores sobre campos de concentración que consideró que había que investigar el asunto, que usted debía ir y verlo.

R: Sí.

P: ¿Cuándo ocurrió ese momento en el que estos rumores se volvieron tan insistentes que decidió que había que investigar el asunto?

R: Debió ser a finales de 1934 o en la primavera de 1935, porque si no recuerdo mal, estuve en Dachau en la primavera de 1935.

P: Y esos rumores persistieron durante todo el periodo hasta el hundimiento de Alemania, ¿verdad?

R: Esos rumores, que me llevaron a pedir visitar Dachau, sólo circulaban realmente entre los oficiales superiores, que me los transmitieron a mi. Tenía poco contacto con otros círculos. No sé hasta qué punto se hablaba del asunto en general.

P: Bien, entre los oficiales superiores con los que usted tenía relación circulaba el rumor de que estos campos de concentración eran el escenario de atrocidades ya en 1935. Le oí decir eso, ¿es correcto?

R: No, no exactamente. Dije allí...

P: Bien, díganos entonces qué es lo que usted fue a investigar.

R: No tenía ninguna posibilidad de llevar a cabo una investigación. Todo lo que podía hacer era ver por mi mismo, para descartar los muchos rumores, si era cierto que había mucha gente allí encerrada que no debería haber estado allí, personas inocentes que fueron llevadas allí sólo por motivos políticos. En aquel tiempo se hablaba mucho de que se había enviado allí a muchos miembros de la llamada "Reacción". Algunos oficiales estaban muy preocupados por esto, y les dije que iría y trataría de ver con mis propios ojos lo que pasaba.

P: Usted no necesitaba ir a Dachau para averiguarlo. Podría haberle preguntado a Goering. ¿Sabía usted eso?

R: ¿Ir a dónde?

P: ¿Le preguntó alguna vez a Goering quiénes eran las personas que eran enviadas allí?

R: No, nunca hablé con Goering de eso.

P: ¿No sabía usted que Goering dijo públicamente que los enemigos políticos del régimen iban a ser enviados allí, y que para eso se habían creado? ¿Sabía usted eso?

R: No sabría decir si eso realmente se dijo alguna vez, pero eso es lo que pensaba yo en aquel momento, y quise verlo por mi mismo.

P: ¿Y usted sólo vio criminales allí?

R: Sólo me mostraron a personas que habían cometido crímenes, o delitos graves. Los únicos presos políticos que vi fueron personas que habían participado en el Putsch de Röhm. No sé si había otros, porque no puedo jurar que vi el campo entero. Pero vimos todo lo que pedimos que nos mostraran. Decíamos: "Ahora querría ver esto y esto", y el guía nos llevaba allí.

P: ¿Quién le autorizó a entrar en el campo de concentración para inspeccionarlo?

R: Himmler.

[Página 284]

P: ¿Quién le preguntó a Himmler si usted podía ir?

R: No lo he entendido.

P: ¿Sabía Goering que usted iba a hacer el viaje?

R: No creo. No hice un viaje especial. Tenía unos asuntos que tratar en virtud de mi cargo militar en el sur de Alemania, y reservé una mañana para esto.

P: ¿Había en el campo de concentración personas que estuvieron involucradas en el Putsch de Röhm, como usted lo llama?

R: Sí.

P: ¿Cuántos había allí por ese motivo?

R: No sabría decirlo con exactitud. Que yo recuerde, diría que en general vi entre cuatrocientas y quinientas personas.

P: Entre cuatrocientas y quinientas. ¿Y cuántas fueron asesinadas?

R: Bien, no puedo estar en absoluto seguro de esta cifra, puede que fueran setecientas. Calculo que fue en torno a esa cifra.

P: ¿Cuántas personas fueron asesinadas en el Putsch de Röhm?

R: Sólo podría decir la cifra que anunció públicamente Hitler en el Reichstag, y no la recuerdo. Puede ser que el número estuviera entre cien y doscientos.

P: ¿Por qué estaba usted tan interesado en los campos de concentración? ¿Tenía usted alguna responsabilidad oficial relacionada con ellos?

R: No, no tenía ninguna responsabilidad, pero se hablaba tanto de ellos por aquel entonces, que decidí que lo averiguaría por mi mismo. Sabía que se me harían muchas preguntas, y que no podría responderlas, así que me dije que debía ir y verlo por mi mismo.


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